Demencia senil


Dra. Susana Clemos Matamoros. F.E.A. Medicina Interna. Hospital Reina Sofía. Tudela

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La demencia senil es una alteración cerebral de carácter irreversible. Afecta principalmente a personas a partir de los 65 años y se acentúa a partir de los 85 años. Esta disminución de la capacidad intelectual llega a afectar gravemente al desempeño de las actividades básicas del día a día.

Se trata de un estado al que puede llegarse por motivos biológicos como el envejecimiento, o secundariamente a enfermedades como trastornos vasculares fundamentalmente. Suele provocar una pérdida progresiva de las funciones psíquicas y funcionales.

Se considera que una persona padece esta enfermedad cuando sufre un deterioro intelectual que afecta a varias actividades o funciones básicas como:

La pérdida del lenguaje (total o parcial).

Pérdida de la memoria.

Deterioro del razonamiento.

Deterioro de la percepción de la realidad.

En muchos casos se llega a perder el control de las emociones, se producen importantes cambios de personalidad y de comportamiento y se pierden completamente las habilidades básicas para resolver cualquier problema o inconveniente casero.

¿Qué es la demencia senil?

La demencia senil es la consecuencia que produce  un deficiente riego o nutrición sanguínea en el cerebro que motiva el endurecimiento de las venas y arterias cerebrales.

Los especialistas médicos diagnostican demencia senil cuando el paciente ha sufrido la pérdida de, al menos, dos habilidades básicas de entre las siguientes:

Pérdida de memoria o lenguaje.

Alteración grave del comportamiento.

Pérdida del juicio o de la capacidad de razonar o entender situaciones diarias.

¿Qué causa la demencia senil?

Existen diversos tipos de demencia senil, pero todos ellos parecen tener su origen en la muerte o pérdida de las células nerviosas y de la comunicación entre ellas de forma secundaria a la falta de vascularización (falta de aporte sanguíneo).

No obstante, son varias las enfermedades con nombre propio que causan demencia senil como la Enfermedad de Alzheimer, Esclerosis Múltiple, el VIH/SIDA o la sífilis, el Síndrome de Down.

Por otro lado, hay algunas causas de la demencia senil que pueden llegar a corregirse o al menos contrarrestarse si se detectan por el especialista médico:

Consumo excesivo de alcohol.

Cambio de los niveles de azúcar, calcio y sodio en la sangre que pueden provocar demencias de tipo metabólico.

¿Qué síntomas presenta la demencia senil?

Existen numerosos síntomas de la demencia senil que alertan de la aparición de esta enfermedad, aunque no siempre son muy claras en la fase inicial. Estas señales se producen en las actividades cerebrales que afectan al comportamiento habitual, a la memoria, la expresión oral y a la capacidad de razonar sobre hechos cotidianos.

Así, el primer síntoma asociado a la demencia senil tiene que ver con pequeños olvidos en la vida cotidiana, de cosas que acaban de suceder y que no afectan, en esa primera fase, al normal desarrollo de la vida del enfermo.

Los primeros síntomas de la demencia senil son, normalmente, los siguientes:

Pérdida de memoria: Comienzan a olvidarse fechas, citas, o tareas relacionadas con acontecimientos recientes. Empiezan a olvidar los nombres de familiares y amigos y de objetos cotidianos.

Repetición de preguntas: ¿qué hora es? ¿qué día es hoy?

Ansiedad e impotencia con cambios bruscos de humor: al no poder controlar situaciones cotidianas aparecen cuadros de ansiedad e impotencia que terminan con cambios de humor. Cada vez se muestra más irritable.

Problemas de orientación: estando en casa preguntan ¿dónde estamos? ¿a dónde vamos? Olvidan el camino a lugares que antes frecuentaban. Aparecen cuadros de desorientación parcial o total.

Desorden en el hogar: cambian las cosas de sitio y después no recuerdan dónde las han puesto: llaves, mandos tele, ingredientes para cocinar, ropa, gafas.  Empiezan a aparecer objetos en los sitios más extraños: llaves en la nevera, gafas en cajas de zapatos, etc.

Torpeza de movimientos: Comienzan a tener dificultades para cocinar, abrir puertas, conducir, manejar mandos de la televisión, etc. No pueden llamar por teléfono. Comienzan a tener problemas para hacer cosas en las que eran buenos como jugar a las cartas, cocinar, dibujar o escribir. Pierden coordinación física e incluso pueden tener problemas de equilibrio.

Apatía: comienzan a perder interés por tareas que antes les gustaban y algunos presentan síntomas de fatiga sin haber realizado esfuerzo alguno.

Comportamientos inadecuados: el familiar comienza a tener actitudes extrañas o inapropiadas, actitudes que están totalmente fuera de lugar, que afectan a la relación con sus amigos y familiares.

Insomnio: es un síntoma frecuente en las personas mayores pero se acentúa en los enfermos con demencia senil

¿Podemos hacer algo para prevenir la demencia senil?

Es importante señalar que la mayoría de los factores de riesgo de la demencia senil (como la edad), no se pueden evitar. No obstante, sí que es posible prevenir la demencia senil en algunos casos, ya que algunos tipos de esta dolencia tienen su origen en accidentes cerebro-vasculares, cuyo riesgo sí puede reducirse con unos hábitos saludables. De hecho, los especialistas afirman que un estilo de vida saludable puede reducir el riesgo de padecer cualquier clase de demencia senil.

Así, entre los hábitos que pueden prevenir la demencia senil o reducir el riesgo de padecerla se encuentran los siguientes:

Practicar ejercicio regularmente. Un corazón sano es garantía de una mejor conservación del cerebro. El ejercicio regular favorece los sistemas internos de reparación celular y de los tejidos, incluyendo los del cerebro.

Eliminar el sobrepeso y la obesidad. El sobrepeso es un importante factor de riesgo para que aparezca la demencia senil ya que en muchos casos provoca diabetes tipo 2, un nivel alto de colesterol e hipertensión que son factores de riesgo.

Evitar la hipertensión. La presión arterial alta es uno factor de riesgo para diversas enfermedades pero sobre todo puede provocar derrames cerebrales que terminen en demencia así como provocar enfermedades microvasculares que ralenticen el flujo de la sangre que llega al cerebro dañando células y nervios en esa zona, lo cual puede terminar en demencia senil.

Controlar la diabetes. La diabetes es otro factor de riesgo por lo que debe controlarse adecuadamente para evitar la aparición de la demencia senil.

Adiós al tabaco y al acohol. El tabaco aumenta el riesgo de padecer alguna enfermedad vascular y disminuye los niveles de oxígeno que llegan al cerebro. El alcohol tiene conocidos efectos secundarios y entre ellos se encuentra la aparición prematura de una demencia senil.

Vida socialmente activa. Algunos estudios apuntan a la posibilidad de que una vida social y familiarmente activa puede ayudar a reducir el riesgo de esta enfermedad. Fortalecer los lazos familiares y con los amigos parece ayudar a reducir el deterioro cognitivo del paciente.

Ejercicio intelectual. Algunos especialistas recomiendan el entrenamiento intensivo del cerebro para ayudar a retrasar el deterioro del razonamiento. Cuando aparecen los primeros síntomas recomiendan estimular el cerebro y la memoria con la lectura, crucigramas, sudokus, sopas de letras, etc.

Por último mencionar la figura del “cuidador “. La demencia senil suele venir acompañado de una serie de emociones difíciles de gestionar, especialmente cuando se trata de un familiar. La persona deja de reconocernos y su personalidad cambia por completo, desarrollando nuevas conductas a menudo negativas hacia nosotros. Esto nos genera emociones de tristeza o de pérdida, experimentando un proceso similar al del duelo. Es normal que estas emociones nos afecten, por lo que no debemos negarlas. Asimilarlas y comprenderlas será clave para cuidarnos también a nosotros mismos.