El otoño está aquí: ocho trastornos de salud que hay que vigilar


Susana Clemos Matamoros. F.E.A. Medicina Interna. Hospital Reina Sofía. Tudela

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El otoño es una estación de cambios importantes en nuestro entorno: las temperaturas bajan, la humedad aumenta en el ambiente, la presión atmosférica disminuye y el día cada vez se hace más corto. Además, la naturaleza languidece a nuestro alrededor con colores pardos y anaranjados mientras que el cielo se muestra cada vez menos azul…

Todos estos cambios acaban repercutiendo tanto en nuestro estado de ánimo como en nuestro sistema inmunitario y nuestro metabolismo, lo que puede dar lugar a una serie de trastornos que si bien no son claramente estacionales, sí son más frecuentes en esta época del año.

Trastornos otoñales y cómo combatirlos

1. Dermatitis atópica. Es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel muy frecuente. En España padecen esta enfermedad dermatológica un 5-7% de la población adulta y un 10-20% de niños.
Es una enfermedad muy sensible a los cambios de temperatura, por lo que empeora en primavera y en otoño, provocando brotes agudos. Los brotes se caracterizan por una sequedad muy acusada de la piel y un picor intenso que motiva que el paciente se rasque y se produzca lesiones que pueden infectarse.
El control de la enfermedad se basa en el cuidado de la piel, con crema hidratante, que evite la sequedad y en el tratamiento médico con corticoides e inmunomoduladores cuando se producen brotes.
Además la dermatitis atópica está íntimamente relacionada con las reacciones emotivas. Por ello, la vuelta al trabajo y al colegio tras el verano, puede constituir un factor estresante que desencadene un brote agudo.

2. Gripe y resfriados. La gripe y los resfriados aumentan a partir del otoño por la mayor resistencia de los virus en el aire frío, la bajada en la frecuencia de ventilación de las casas, aulas, etc.. Que hace que se acumulen los gérmenes.
A su vez nuestro organismo sufre un fenómeno de bajada de defensas (inmunosupresión) secundaria a la bajada de horas con luz solar y la exposición a cambios de temperatura bruscos.
La mejor forma de combatir la gripe y los resfriados es seguir ventilando las casas, especialmente si viven niños, lavar la ropa de cama con frecuencia, evitar los cambios bruscos de temperatura y procurar exponerse a la luz solar cada día, además de tener una dieta variada en vegetales y rica en proteínas y grasas, también de origen animal.

3. Neumonía. Como consecuencia de gripes mal curadas, que crean lesiones en el tracto respiratorio por culpa de la violencia de los estornudos y también por la inmunodepresión debida a los días más cortos, la probabilidad de contraer infecciones pulmonares bacterianas aumenta.
Lo mejor para prevenirlas es estar vigilante siempre a las expectoraciones de las personas enfermas de gripe. Si se volvieran amarillentas y verdosas, sería señal de presumible infección bacteriana, mucho más preocupante que una gripe.

4. Asma. En otoño los cambios de humedad y temperatura generan un aumento de los casos de asma. Según la Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergia Pediátrica (SEICAP), los cambios de humedad y temperatura propias del inicio del otoño causan un incremento de los casos de ataque de asma que acuden a Urgencias.
Tanto la humedad y los cambios de temperatura predisponen a una mayor reactividad de las vías aéreas ante los factores desencadenantes.
Existe mayor riesgo de ataques de asma en otoño debido al aumento de esporas del moho; al frío, que actúa como un desencadenante, y a las infecciones virales y alergias de la temporada, que sensibilizan las vías aéreas. La suspensión de la medicación preventiva del asma durante el verano, debido a la ausencia de síntomas, es otra causa del aumento de los ataques de asma en otoño. Es importante anticiparse a la estación y reanudar el tratamiento preventivo antes de que comiencen los fríos.

5. Enfermedades reumáticas. Cuántas veces hemos escuchado a los ancianos decir “¡este dolor de rodillas me dice que se avecina mal tiempo!”. Parece que tengan incorporado un detector de lluvias y humedad en los huesos, pero es cierto que existe una relación directa.
Según los expertos las condiciones meteorológicas del otoño, y en concreto la bajada de temperaturas y el incremento de la humedad, se traduce muchas veces en una agudización de los síntomas dolorosos de algunas de las enfermedades reumáticas. No obstante, cabe destacar que la climatología, parece únicamente afectar a los síntomas, pero no a la gravedad o evolución de estas enfermedades.

6. Astenia otoñal. Este es el único trastorno psico-físico descrito en el presente artículo. La astenia otoñal ha sido muy discutida como trastorno psicológico y su denominación como “depresión otoñal” ya no se acepta. Sin embargo, en los últimos años se la ha situado más en el campo de las fatigas y melancolías de origen exógeno, provocadas por la disminución de las horas de luz solar y sus consecuencias en el aumento de producción de la hormona melanina.
La melatonina, que se produce en mayor cantidad en las horas de oscuridad, es responsable, entre otras cosas, de que conciliemos el sueño. Pero mayores niveles plasmáticos de melatonina no afectan a todas las personas por igual, ya que mientras a unas la astenia les puede aumentar una depresión preexistente, para otras puede implicar un efecto sedante que les proporcione una mayor estabilidad emocional.

7. Úlcera péptica. La mayor parte de las úlceras pépticas o de estómago se producen por la infección de la bacteria Helicobacter pylori y solo un 5% son dadas por el abuso de antiinflamatorios. Se desconoce por qué, pero el otoño es una época propicia a la actividad de esta bacteria y, además, por causa de resfriados y dolores musculares y articulares, se dispara el consumo de antiinflamatorios. Todo ello redunda en un repunte de los casos de úlcera.

8. Deficiencia de vitamina D. Si no se cuida la dieta pueden faltar todo tipo de vitaminas durante todo el año pero especialmente en otoño repunta la avitaminosis por vitamina D, debido a que progresivamente nos vamos exponiendo menos al sol. La luz solar es la principal fuente de su producción, al propiciar los rayos solares sobre la piel la ruptura de una molécula de colesterol.
La falta de vitamina D puede derivar en problemas anímicos, inmunitarios, artríticos, etc. Es decir, que puede aumentar el riesgo de padecer los otros trastornos antes descritos.
La solución sin duda es comer alimentos que contengan colesterol como grasas animales, aguacates, plátanos, huevos etc. y tomar el sol al menos 20 minutos al día.

A pesar de estas incomodidades…. El otoño es la estación del año en la que tenemos una sensación enorme de “volver a empezar”. A lo mejor es porque empieza el curso, a lo mejor porque se terminan las vacaciones, pero las ganas de embarcarse en nuevos proyectos y tener nuevos objetivos, crecen en otoño como en ninguna otra época del año.