Fiebre en el adulto


Dr. Pablo Aldaz Herce

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La fiebre es uno de los síntomas más frecuentes en las consultas de Atención Primaria y a la vez, uno de los que induce más dudas a la población en cuanto a su significado y trascendencia. La palabra fiebre tiene su origen en el término latino febris. Hace referencia a una elevación de la temperatura “normal” del cuerpo, y que se acompaña habitualmente de un aumento de la frecuencia de las pulsaciones y de la respiración. En medicina es frecuente utilizar también el término hiperpirexia, que hace referencia a la misma situación pero cuyo origen es el vocablo griego pyro(fuego).

Los seres humanos regulamos nuestra temperatura en función de las condiciones externas de cada momento, y estos mecanismos de regulación (flujo sanguíneo de la piel, sudoración y respiración) nos permiten mantener una temperatura constante en nuestro cuerpo. Se acepta como normal una temperatura medida en boca o ano de 37° centígrados, con una oscilación de medio grado tanto por encima como por debajo. La temperatura axilar suele ser 0,6° más baja, lo que significa que si la medición la hacemos en esta parte del cuerpo consideraremos normales cifras a partir de 35,9°. Debemos tener en cuenta que la realización de ejercicio físico intenso o las comidas copiosas pueden alterar puntualmente estos límites, y por lo tanto los valores medidos en estas circunstancias no son valorables. Es importante también conocer que nuestro cuerpo sigue un ritmo circadiano (diario) en cuanto a las temperaturas. El mínimo lo alcanzamos de madrugada (entre las 2 y las cuatro), incluso por debajo de los 36° C, y el máximo a media tarde (entre las 16 y las 20 horas). Este ritmo se mantiene incluso en la enfermedad. Por eso suele ser frecuente tener más fiebre a la tarde que a la mañana. En las mujeres la temperatura aumenta medio grado después de la ovulación.

La fiebre se produce por un reajuste en el centro que regula nuestra temperatura corporal, en el hipotálamo, que se encuentra en nuestro cerebro, y las causas son muy variadas, siendo en nuestro medio las infecciones las más frecuentes, pero no las únicas.

Definición de fiebre

Definimos fiebre como aquel aumento de la temperatura corporal por encima de los 38°. En medicina, entre 37,5°C y 38°C hablamos de febrícula.

  • Febrícula: 37,5°C-38°C.
  • Fiebre leve: 38,1°C-38,5°C.
  • Fiebre moderada: 38,6°C-39,5°C.
  • Fiebre alta: a partir de 39,6°C.

Situaciones que pueden producir fiebre

El mecanismo de producción de la fiebre está relacionado con unas sustancias llamadas “pirógenos”, que pueden ser endógenos (producidos por el propio organismo) o exógenos (producidos por agentes externos). Existen múltiples cuadros que producen estas sustancias:

  • Infecciones bacterianas
  • Infecciones virales
  • Parásitos
  • Hongos
  • Cáncer
  • Enfermedades Autoinmunes
  • Medicamentos
  • Vacunas
  • Cirrosis hepática
  • Tromboflebitis
  • Alteraciones endocrinas

Cuando no se encuentra una causa evidente de fiebre hablamos de “Fiebre de origen desconocido”. Peterdorf y Beeson definieron esta situación cuando la temperatura está por encima de 38,3°C en varias tomas repetidas, la fiebre dura más de tres semanas y no se encuentra una causa justificable.

Conducta a seguir

La fiebre constituye en sí un mecanismo de respuesta de nuestro organismo ante una agresión, ya sea interna o externa. Cuando excede un nivel determinado puede suponer un riesgo grave para la salud, constituyendo incluso una urgencia. En los demás casos, suele ser autolimitada y se trata por el malestar que produce en las personas que la padecen.

Niveles de temperatura alrededor de los 39°C producen malestar, aumento de la sudoración, enrojecimiento facial, y en ocasiones mareos, naúseas, deshidratación y debilidad. Cuando la temperatura llega a los 41°C a lo anteriormente descrito se pueden añadir confusión, alucinaciones, delirio y somnolencia. En este caso es urgente bajar la temperatura. Por encima de los 42°C se puede producir el coma (situación neurológica grave), y debe ser revertida con la mayor brevedad posible por riesgo de muerte. Se han descrito casos con temperaturas por encima de estos niveles pero por poco tiempo porque son incompatibles con la vida.

Siempre que sea posible hay que intentar identificar el foco infeccioso si se sospecha que pueda existir. En la mayoría de los casos la fiebre está producida por infecciones respiratoria virales, limitadas en el tiempo y que producen fiebre no más allá de 48-72 horas. Los cuadros catarrales en contadas ocasiones producen fiebre por encima de los 38°C. La gripe sí produce con frecuencia elevaciones de temperatura por encima de esta cifra.

Las gastroenteritis víricas no suelen producir aumentos de temperatura por encima de los 38°C. En el contexto de un cuadro de naúseas y vómitos con fiebre de más de 38°C pensaremos que debemos consultar con el médico. Ante un caso de fiebre de reciente aparición con un foco conocido podemos intentar bajar la temperatura con medicamentos por varios motivos:

  • Para evitar el malestar que produce.
  • Para prevenir en pacientes ancianos el deterioro cognitivo.
  • Para disminuir el gasto metabólico que produce la fiebre en pacientes broncópatas y cardiópatas.

Siempre que se pueda, la vía de elección para la administración de medicamentos debe ser la vía oral.

Los medicamentos más apropiados

  • Paracetamol. Dosis de hasta 1 gramo cada 6 horas. Seguro y eficaz.
  • Ibuprofeno. Dosis de 200-400 mg cada 6 horas.
  • Ácido acetilsalicílico.

Se debe consultar con el médico en caso de antecedentes de úlcera gastroduodenal, insuficiencia hepática, insuficiencia cardiaca, insuficiencia renal, asma, o si se está tomando corticoides u otros antiinflamatorios.

En el caso de cuadros iniciales de fiebre con un foco localizado es mejor tomar el antitérmico con una pauta horaria en vez de a demanda. De esta forma se previenen las oscilaciones importantes de temperatura que tanto malestar producen. Este a su vez tiene un efecto no deseable, que es el enmascaramiento de la posible fiebre al no dejar que aparezca.

Son eficaces también para bajar la temperatura las medidas físicas como son friegas con agua templada o con alcohol, o baños con agua templada. Conviene no cubrirse con ropa en exceso y airear convenientemente la piel. Se recomienda no estar cerca de focos de calor en estados febriles.

Es importante en estas situaciones hidratarse adecuadamente, bebiendo agua u otros líquidos aunque no se tenga ganas.

Cuándo consultar al médico

Se debe consultar al médico, como regla general, en las siguientes situaciones:

  • Fiebre de más de 40°C.
  • Fiebre de 3 días de evolución que no cede.
  • Fiebre sin un foco aparente.
  • Fiebre en el anciano encamado o demenciado.
  • Fiebre en personas con enfermedades importantes del corazón o del sistema respiratorio.
  • Fiebre en personas inmunodeprimidas (pacientes oncológicos en tratamiento, pacientes con el virus VIH,pacientes que estén tomando inmunosupresores…).
  • Fiebre en personas recien llegadas de países africanos, asiáticos o latinoamericanos.

Ante la duda es preferible consultar con el profesional sanitario.