Las caidas en las personas mayores


Lourdes Gorricho. Médico Geriatra. Directora Apartamentos Tutelados de Proginsa (Colegiado N. 3103757)

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Una de las grandes preocupaciones que tienen nuestros mayores ante la pérdida de facultades propia de la edad es el riesgo de sufrir caídas.

En geriatría, definimos la caída como una precipitación al suelo, involuntaria, repentina, y que a menudo ocurre de manera inesperada. Puede tener o no consecuencias en forma de lesiones. Debemos recordar que los accidentes en general constituyen la quinta causa de muerte en el mundo. El 66% de ellos se corresponden
con las caídas que, a su vez, en un 75% son víctimas las personas mayores de 65 años. Por tanto, se trata de un problema de enorme magnitud, debido sobre todo a la gran probabilidad de que a raíz de la caída se produzcan lesiones secundarias. Además, se ha constatado que la mitad de los ancianos que se caen lo hace repetidamente, y este tipo de accidente es más habitual entre personas que viven en residencias. El dato se explica por el hecho de que se trata de personas afectadas por varias patologías.

¿CUÁLES SON LAS CAUSAS DE LAS CAÍDAS?

Podemos señalar varias causas de las caídas. Unas son de naturaleza interna, como alteraciones de la vista o el oído, enfermedades neurológicas, alteraciones del sistema óseo o muscular, o artrosis, que ocasionan problemas al andar, mareos o vértigos. Otras están condicionadas por factores externos, como la toma de determinados medicamentos (ansiolíticos, hipnóticos, hipoglucemiantes, antihipertensivos), la presencia de elementos de riesgo (alfombras, suelos deslizantes, mala iluminación) o el mal uso de recursos para
caminar (zapatos inadecuados, utilización incorrecta de andadores).
En cuanto a las consecuencias, tras las caídas nos encontramos desde lesiones por heridas a fracturas. Dentro de estas, las más frecuentes son las de húmero, cadera, fémur, muñecas y costillas.
En todos los casos siempre es importante tener mucho cuidado si sospechamos que se ha podido producir un traumatismo craneal.
Cabe la posibilidad de que aparezca una alteración del nivel de consciencia, inmediato o varios días después.
Habitualmente, en el caso de caídas de personas mayores suele ser preceptiva la hospitalización, que trae consigo otros efectos negativos como la inmovilización durante un período de tiempo. El anciano afectado pasa a ser dependiente porque sufre una discapacidad, aunque tenga carácter temporal. Y le entra el miedo a volver
a caerse. Debido a tales circunstancias, en algunos casos es necesario ingresar a las personas en un centro sociosanitario.
Por desgracia, algunas caídas pueden tener un desenlace fatal, como el fallecimiento, no tanto por el percance en sí sino por la hipotermia o la deshidratación, estados que surgen tras un largo período en el suelo sin recibir auxilio.

PREVENCIÓN DE LAS CAÍDAS

No siempre podemos evitar las caídas, pero podemos contribuir a reducir las posibilidades de perder el equilibrio si mantenemos la actividad física a lo largo de nuestra vida. La mejor prevención radica en conservar un buen estado muscular, articular y óseo. En este último apartado, resulta básica una dosis correcta de calcio y
vitamina D.

Por otra parte, no hay que olvidar que pasear al aire libre no cuesta dinero. Y si lo hacemos en compañía y así cuidamos nuestras relaciones sociales, los beneficios serán aún mayores.
Otro consejo importante es el de seguir una nutrición e hidratación correctas. Y si estamos tomando algún tipo de medicación, en especial aquellas que puedan afectar a nuestras funciones motoras o mentales, hemos de consultar con nuestro médico de cabecera para conocer los posibles riesgos. A continuación, proporcionamos varios consejos adicionales que nos ayudarán a prevenir las caídas y a recibir auxilio inmediato en caso de necesitarlo:

• Evitar el uso de alfombras en casa, o asegurarnos de que están bien sujetas al suelo.
• Asegurarnos de que la vivienda está bien iluminada. Y si nos levantamos por la noche, conviene no dejar cosas tiradas por el suelo.
• Utilizar calzado que sujete bien el pie. No son recomendables las zapatillas abiertas por detrás, y menos caminar descalzos o en calcetines.
• No levantarse bruscamente de la cama. Hay que permanecer un tiempo sentado sobre la cama, con los pies en el suelo.
• Aumentar la precaución en el cuarto de baño: utilizar alfombrillas antideslizantes y barras para sujetarse.
• Acudir a revisiones periódicas de la vista y el oído, y asistir al podólogo para mantener los pies en buen estado.
• Si dispone de sistema de teleasistencia domiciliaria, téngalo siempre a mano dentro de la vivienda.
• No dejar las llaves puestas en la cerradura de la puerta principal de la casa. Hay que cerrar por dentro, pero retirarlas por si hemos de recibir ayuda del exterior.