1.000 días cruciales para cambiar la vida


Dra. Verónica Etayo . Pediatra C.S Tafalla. Colaboradora de la Unidad de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica . Servicio de Pediatría. Complejo Hospitalario de Navarra

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La malnutrición es uno de los problemas más serios y menos abordados del mundo. Más de un tercio de las muertes de niños en el mundo se deben a la malnutrición materno infantil. Casi 200 millones de niños menores de cinco años sufren retraso del crecimiento.

De ellos, más del 90% viven en África y Asia. En los países en desarrollo 1 de cada 6 recién nacidos pesa menos de 2500 gr al nacer. El momento fundamental para prevenir la desnutrición comienza con los nueve meses de embarazo y continúa durante los dos primeros años de vida: son los 1000 días que pueden cambiar la vida de una persona. Las consecuencias de la malnutrición en los primeros mil días de vida son irreversibles, pero prevenibles. Los niños bien nutridos en los primeros 1000 días de vida, serán menos propensos a morir prematuramente, tendrán más probabilidades de permanecer en la escuela, más posibilidades de tener mejores ingresos cuando sean adultos y mayores probabilidades de procrear generaciones sanas.

El embarazo es un momento crucial a nivel nutricional, tanto por el aumento de las necesidades calóricas como por la especificidad de algunos nutrientes implicados en el crecimiento y desarrollo del feto, como el iodo, hierro y ácido fólico entre otros. En el mundo en desarrollo, el bajo peso al nacer suele ser consecuencia del mal estado nutricional y de salud de la madre, antes y durante el embarazo. Una dieta pobre en calorías, proteínas y micronutrientes, así como los embarazos repetidos que favorecen la anemia ferropénica, pueden explicar dicho estado. El ciclo intergeneracional del fallo de crecimiento explica como éste se transmite de generación en generación a través de la madre: las mujeres adultas “pequeñas” es más probable que tengan hijos con bajo peso al nacer, y éstos son más propensos a tener un fracaso del crecimiento durante la infancia. A su vez, las niñas que nacen con bajo peso son más propensas a convertirse en mujeres adultas “pequeñas”. Este ciclo se ve acentuado por las altas tasas de embarazo en adolescentes, que a su vez tienen más probabilidad de tener bebés con bajo peso al nacimiento.

La lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida

Entre las intervenciones fundamentales para evitar esta condición, está mejorar la alimentación de las mujeres embarazadas y complementarla con micronutrientes: garantizar el consumo de sal yodada en los hogares, administrar suplementos de hierro y ácido fólico y tratar la ceguera nocturna del embarazo, reflejo de la carencia de vitamina A. Intervenciones no nutricionales como la prevención de embarazos en adolescentes mediante educación sexual y planificación familiar, así como la erradicación de parásitos que interfieren en la absorción de determinados nutrientes, son también necesarias para poder invertir dicho ciclo. La lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida, es el alimento capaz de cubrir todas las necesidades nutricionales del niño. Evita el 13% de todas las defunciones de menores de cinco años en los países en desarrollo, lo que la convierte en el método más eficaz para salvar vidas infantiles. Menos del 40 % de todos los niños del mundo en desarrollo reciben los beneficios de la lactancia materna inmediata y exclusiva. A partir del sexto mes resulta insuficiente nutricionalmente, por lo que es necesario introducir la alimentación complementaria. Ésta va a estar estrechamente relacionada con el medio socioeconómico. Mientras que en los países desarrollados predominan las dietas hipercalóricas, con exceso de proteínas de origen animal, ricas en grasas, los países en vías de desarrollo se enfrentan a dietas “monótonas” en donde el alimento predominante, generalmente cereales, no cubre el 100% de las necesidades calóricas ni proteicas, siendo escaso el origen proteico animal. Además, dado que la ingesta de alimentos ricos en micronutrientes es escasa (carne, pescado, huevos, frutas, verduras), pueden desarrollar deficiencias de vitaminas y minerales. Una alimentación complementaria adecuada e iniciada oportunamente podría evitar un 6% de muertes adicionales de niños menores de cinco años. La fortificación de alimentos básicos (harinas de trigo con hierro y vitamina B; azúcar con vitamina A) o la administración de suplementos, pueden contribuir a la reducción de la malnutrición de micronutrientes. Por todo ello, proteger, promover y apoyar la lactancia materna exclusiva durante seis meses y la lactancia materna con alimentación complementaria segura y adecuada hasta los dos años de edad o incluso más tarde, es un objetivo prioritario.

También es necesaria la formación del niño dentro del ámbito familiar en hábitos correctos de nutrición, salud, y medidas de higiene, como el lavado universal de manos, que puede prevenir los procesos infecciosos diarreicos que tanto contribuyen de manera negativa a la desnutrición.