Consejos esenciales para el cuidado de la piel


Dr. Marcos Hervella (1) y Dra. María Eugenia Iglesias (2)

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Contrariamente a lo que publican algunos medios de comunicación y anuncios publicitarios, una piel sana requiere cuidados sencillos al alcance de cualquier persona. La piel no necesita productos caros ni sofisticados tratamientos para tener un aspecto saludable, estar limpia y protegida de las agresiones. Vamos a dar unos consejos sencillos pero importantes y avalados por el conocimiento científico acerca del cuidado de la piel.

El lavado diario con agua y jabón constituye por sí solo la medida más importante. Tiene la ventaja de estar al alcance de todos y de ser muy eficaz. Hoy en día existen jabones sintéticos aptos para todo tipo de pieles, incluidas las más sensibles.

Incluso en personas sanas la piel tiende a la sequedad, especialmente en zonas como las extremidades y en temporadas como el invierno. Las calefacciones, ciertos tipos de jabones y la dureza del agua (muy calcárea en Navarra) contribuyen a empeorarla. Actualmente se pueden encontrar en el mercado diversas cremas hidratantes para todos los tipos de piel, aunque es importante que cada persona averigüe cuál es la más idónea para ella.

«Incluso en personas sanas la piel tiende a la sequedad»

El eccema o dermatitis de las manos afecta al 5% de toda la población adulta. Es además la enfermedad profesional más frecuente. En más de la mitad de los casos se debe al daño acumulado de diversos agresores o irritantes: trabajo húmedo (manos mojadas), fricción, temperaturas extremas, manipulación de detergentes, limpiadores o productos químicos del trabajo… Todo esto puede evitarse si se protegen bien las manos.

El sol y la piel no son amigos. La luz ultravioleta (UV) es una radiación ionizante del sol que es cancerígena, por tanto (como con el tabaco) no existe una dosis recomendable ni segura de radiación. La piel tiene mecanismos de defensa frente a esta luz, pero sobre todo en pieles claras, estos mecanismos son deficientes y no evitan el daño, que se acumula con el tiempo y predispone al envejecimiento cutáneo, con aparición de arrugas, manchas, lesiones premalignas y malignas, a veces mortales. Los protectores solares frenan pero no eliminan los daños de la radiación ultravioleta, por tanto su objetivo no es prolongar el tiempo de exposición. El beneficio estimulante de la luz solar no requiere que ésta incida directamente en la piel. Además, la dieta y unos 15 minutos de exposición solar al mes garantizan el aporte de vitamina D necesario para nuestro organismo.

La presencia de lunares (nevus), especialmente si son muy distintos unos de otros, en personas de piel clara y con historia de quemaduras solares se consideran factores de riesgo de padecer melanoma (tumor cutáneo agresivo, primera causa de muerte dermatológica).

La dermatología es una enfermedad compleja, hay descritas más de 2.000 enfermedades, que en muchas ocasiones tienen un aspecto confuso y difícil de interpretar para el médico no experto. Por tanto el dermatólogo es quien más puede aportar a la solución de estos problemas.