Emociones y salud


Maria Victoria Santa Eulalia Gonzalvo, Ángela Forcén Vicente de Vera, Pilar Lamuela Morales y Ana Liso Bandrés. Enfermeras Especialistas en Salud Mental Sector Zaragoza II Carmen Santa Eulalia Gonzalvo. Enfermera Especialista en Salud Familiar y Comunitaria. Sector Zaragoza II. Irene Luna Fernández. Enfermera y Terapeuta ocupacional. Sector Zaragoza II

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Las emociones son reacciones que todos experimentamos: alegría, tristeza, miedo, ira… Son conocidas por todos nosotros pero no por ello dejan de tener complejidad. Aunque todos hemos sentido la ansiedad o el nerviosismo, no todos somos conscientes de que un mal manejo de estas emociones puede acarrear un bloqueo e incluso la enfermedad.

El hombre posee una serie de capacidades que nos permiten reaccionar de forma adecuada a las situaciones que se nos presentan a lo largo de nuestra vida y que son importantes para adaptarnos al medio y sobrevivir. Estas maneras de reaccionar son comunes a todas las personas aunque provengan de diferentes culturas lo que significa que son fundamentales para nuestra adaptación. Debemos activar y gestionar los recursos de que disponemos para que cuando vuelva a darse la situación obtengamos un mejor resultado, una mejor adaptación.

Emociones positivas y negativas

Podemos distinguir entre emociones positivas, es decir, aquellas que producen una experiencia emocional agradable (alegría, orgullo, gratitud, ternura, interés…) y emociones negativas, aquellas que producen malestar psicológico o desagrado ( miedo, tristeza, ira, ansiedad…).
Las emociones positivas forman parte de nuestro bienestar, favorecen el manejo del estrés, facilitan el rendimiento y mejoran las relaciones sociales y la salud. Las negativas, en un primer momento se consideran adaptativas, es decir, nos ayudan a protegernos de determinados problemas, pero cuando ese malestar y activación fisiológica se mantiene en el tiempo, se pueden llegar a hacer crónicas y es cuando hablamos de desórdenes emocionales.
Es importante prevenir estas situaciones teniendo una buena información y desarrollar habilidades para poder manejar las emociones. Esto ayudará a que los estados negativos no lleguen a ser tan intensos y por tanto protegerán nuestra salud.

¿Que es la regulación emocional?

La podríamos definir como aquellos procesos por los cuales las personas ejercemos una influencia sobre las emociones que tenemos, sobre cuándo las tenemos y sobre cómo las experimentamos y las expresamos, en resumen, todo lo que tratamos de hacer para modificar el estado emocional al que hemos llegado y volver a nuestro estado de ánimo previo. Estas estrategias que utilizamos pueden ser erróneas, es decir, en lugar de ayudarnos están contribuyendo a empeorar la situación, como por ejemplo una persona que tiene trastorno de angustia y utiliza la evitación de lo que origina esas sensaciones físicas de angustia y la rumiación (darle vueltas una y otra vez). En vez de quitar importancia a las sensaciones físicas(revaloración cognitiva), centrarse en cosas diferentes que nos generan ansiedad (re-focalizar la atención) y asumir cierto grado de malestar sin llegar a crear un problema (aceptación).

¿Qué es la inteligencia emocional?

La Inteligencia Emocional (IE) se ha concebido como “una habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y la de los demás promoviendo un crecimiento emocional e intelectual” (Mayer y Salovey, 1997, p.10).
En la actualidad pueden distinguirse dos posturas a la hora de conceptualizar la IE: el modelo de habilidad o ejecución y el modelo de rasgo.
La primera conceptualización concibe la IE como una habilidad similar a la inteligencia cognitiva en cuanto a su concepción y evaluación. Así, Mayer, Salovey y Caruso (2000) plantean que la IE puede ser entendida como una forma de inteligencia social, separada de la inteligencia general y que tiene relación con la emoción y la cognición. El modelo de IE de Mayer, Salovey y Caruso (2004) propone 4 habilidades básicas:
1) la habilidad para percibir las emociones propias y de los demás.
2) para utilizar las emociones con el fin de facilitar la toma de decisiones.
3) para conocer las emociones.
4) para regular las emociones propias y de los demás.
Así pues, esta capacidad para identificar y gestionar las propias emociones, así como de empatizar hacia los demás, juega un papel importante a la hora de razonar o reflexionar sobre una situación problemática. La IE es una habilidad que unifica las emociones y el razonamiento, facilitando un razonamiento efectivo y un modo de pensar más inteligente ante las situaciones problemáticas.
En los últimos años el estudio de la IE ha cobrado un gran interés entre la comunidad científica por sus potenciales implicaciones beneficiosas en la salud física y mental (Martínez, Piqueras y Ramos, 2010) y cómo no a la hora de afrontar demandas internas (p.ej.: problemas emocionales, de salud física, etc.) o externas (p.ej.: problemas de relaciones sociales, etc.).