La alimentación del lactante y las enfermedades nutricionales de nuestra sociedad. ¿Podemos influir a través de la alimentación, en los primeros meses de vida, en la salud del futuro?


Dr. Félix Sánchez-Valverde Visus, Elena Aznal, Verónica Etayo. Sección de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica. Complejo Hospitalario de Navarra. Pamplona.

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El modelo alimentario predominante de nuestra sociedad en el momento actual es una dieta hipercalórica, con exceso de grasa y proteínas. Este escenario esta presente ya desde los primeros meses de vida del lactante.

El reto de averiguar hasta que punto las pautas de alimentación de los primeros años de vida puede influir en la salud futura del individuo ha atraído desde hace mucho tiempo a los investigadores. Este planteamiento que hasta hace unos años no pasaba de ser una quimera, esta adquiriendo últimamente verdaderas bases científicas, y actualmente estamos descubriendo la relación que puede existir, ya desde el nacimiento, entre la nutrición y la expresión de diversos genes relacionados con la mayoría de las enfermedades secundarias a la nutrición en nuestra sociedad.

Se ha denominado programming según Lucas al “concepto según el cual un estímulo o agresión puede tener un efecto a largo plazo sobre la estructura y función del organismo cuando se aplica en una época especialmente sensible”. En definitiva que a través de unas pautas alimentarias en el primer año de vida podamos predisponer al individuo a un tipo de repuesta especial al tipo de estímulos nutricionales. Los factores “programadores” de la obesidad y otras enfermedades ligadas al modelo de nutrición en el primer año de vida, que han sido postulados son: el tipo de lactancia inicial, la edad de introducción de la alimentación complementaria (AC), las dietas híper calóricas y la distribución de nutrientes y, dentro de esta última, el exceso tanto de grasa como de proteínas.

Beneficios de la leche materna

La leche materna (LM) reduce el riesgo de obesidad en edad escolar en un 20% y en este sentido todos los trabajos son concluyentes. Los niños con LM presentan 400 g menos de peso a la edad de 6 meses y 600 g menos a los 12 meses que un niño alimentado con leche infantil, para unos mismos regímenes de AC. Además cuando se comparan la LM y la lactancia al biberón, se observa que los niños que toman leche infantil reciben entre un 50 y un 70% más de proteínas por kilo en total que si tomaran LM. La concentración de proteínas en la LM es más baja que en las formulas infantiles y cuando se inicia la AC, los lactantes llegan a ingerir cantidades de proteínas 3 o 4 veces superiores a sus necesidades sobre todo si la ración proteica de carne ó pescado es muy elevada. Clásicamente se ha aconsejado dar entre 50-75 gramos de carne o pescado con el puré de verduras en la comida del mediodía a raíz del comienzo de la AC a los 6 meses de edad. Esta pauta en el contexto del modelo de alimentación actual de nuestra sociedad con consumo generalizado de Fórmulas de Continuación e introducción de los derivados lácteos durante el segundo semestre de vida, supone un aporte excesivo de proteínas totales y sería suficiente con una ración proteica en el puré (carne o pescado) de alrededor de 30 gramos.

La alimentación complementaria

La introducción precoz de la Alimentación Complementaria (AC) también se ha postulado como un factor asociado al desarrollo de obesidad y otras enfermedades nutricionales. La AC, como su nombre indica, complementa a la alimentación Láctea (idealmente Leche Materna, o en su ausencia Fórmulas Infantiles), y su función es hacer de transición entre el modelo de la alimentación liquida (leche) hasta la alimentación diversificada completa del adulto. Este proceso abarca desde los 6 meses hasta los 2 años, e incorpora al lactante a la alimentación variada del adulto. Una de las características de la AC es que aumenta la densidad calórica de los alimentos que reciben los lactantes a través de dos circunstancias: aumento de la densidad; (paso a la alimentación blanda y después a la sólida) y por otra parte por la incorporación de comidas más complejas desde el punto de vista de los nutrientes de grasa e hidratos de Carbono, que permiten la incorporación de alimentos de alta densidad energética.

Se ha relacionado la introducción precoz de AC con una apetencia aumentada por las comidas con más calorías y sal, y en cualquier caso la introducción precoz de AC esta asociada a abandono precoz de la LM, introducción precoz de Leche de vaca e introducción adelantada de todos los alimentos complementarios. Existe, sin duda, en el primer año un modelo de comportamiento nutricional que incluye una pauta de comportamiento de abandono de LM asociado a introducción precoz de la AC.

En los primeros meses de vida las dietas híper calóricas y con exceso de proteínas son capaces de modular la respuesta de ciertos genes que van a estar en relación con la capacidad de crecimiento del individuo y la sensación de hambre y de saciedad. En cierto modo estas situaciones nutricionales tienen la capacidad de perpetuarse no solo como modelos o patrones de alimentación (hábitos de alimentación) sino que van a ir acompañados de alteraciones funcionales y orgánicas de genes implicados en un futuro con el desarrollo de enfermedades nutricionales como : obesidad, hipertensión arterial y síndrome metabólico.

Fenotipo ahorrador de energía

Desde un punto de vista antropológico y nutricional, la historia del hombre en la tierra esta ligada a largos periodos de falta de alimentos a los cuales el individuo se tenía que adaptar. Esta situación nutricional fue provocando dentro de la especie humana una selección, por la cual sobrevivían más ante estas situaciones aquellos individuos que presentaban lo que se ha dado en llamar “fenotipo ahorrador de energía”. Por otra parte la proteína siempre ha sido el nutriente con un costo energético y total más alto. Esta situación histórica del hombre cambia radicalmente a partir del siglo XX en las sociedades industrializadas, donde el exceso de energía y proteína es la norma en el modelo alimentario desde las épocas más tempranas de la vida. En esta situación de cambio ambiental radical, aquellos individuos que presentan un fenotipo ahorrador corren un riesgo aumentado de desarrollar enfermedades secundarias a desequilibrios nutricionales.

¿Que podemos hacer desde el punto de vista nutricional en los primeros meses de vida para anti-programar contra esos factores propios de nuestra sociedad que nos pueden abocar a las enfermedades nutricionales? En la Tabla siguiente podemos observar algunas de nuestras actitudes positivas en la alimentación del primer año de vida a este respecto.

TABLA I. Factores nutricionales saludables durante el primer año de vida, para prevenir las enfermedades nutricionales de la edad adulta.

  • Lactancia Materna.
  • No introducir precozmente la alimentación complementaria.
  • Dietas bajas en calorías ( Evitar alimentos con exceso de azucares, promocionar el consumo de frutas y verduras).
  • Dietas SIN exceso de proteínas. En el modelo actual de alimentación en nuestro medio, es suficiente con una ración de proteína de alto valor biológico (carne o pescado) de 30 gramos en los purés de los lactantes.
  • Evitar alimentos con excesivo contenido en grasas.
  • Horario reglado de comidas y evitar picoteo.

Detección precoz de grupos de riego nutricional.

Los pasos para prevenir las enfermedades nutricionales del adulto, se pueden y se deben dar en los primeros meses de vida. Tenemos que promocionar y practicar aquellos hábitos de alimentación que se han identificado como protectores y controlar aquellos que pueden resultar de riesgo. Por otra parte es importante detectar aquellos grupos poblacionales de riesgo que van a comenzar ya desde la época infantil a mostrarnos lo que podemos llamar un comportamiento obesogénico y que vamos a ser capaces de detectar no solo por la practica de hábitos poco saludables, sino también por el contexto familiar y social en que se sitúa el niño y que nos va “anunciar” una historia dietética y nutricional previsible.