La llegada de la primavera y las alteraciones psicológicas


(1) Juan Ignacio Arraras y (2) Jaione Azparren

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Los seres humanos vivimos en contacto y realizamos intercambios con nuestro entorno, tanto social, como físico. Dentro de este último, hay factores cuya intensidad y cuyas variaciones pueden tener una influencia en nuestro funcionamiento psicológico. Nos referimos a factores como el clima, las horas de luz la latitud en la que vivimos, que pueden afectar, por ejemplo, a nuestro estado de ánimo, a que nos podamos encontrar nerviosos, o a otros aspectos, como nuestras reacciones de dolor.

Uno de estos factores lo constituyen las variaciones estacionales, en especial en zonas geográficas donde se dan cambios claros entre dichas estaciones. En este artículo vamos a centrarnos en las reacciones que se pueden producir con la primavera, sabiendo que también el invierno puede influir, en algunos casos más intensamente, en el estado psicológico de las personas con sensibilidad a los cambios estacionales.

La llegada de la primavera lleva asociado cambios ambientales y en nuestra vida cotidiana: entre otros, se da un aumento de temperaturas, hay más luz, se producen cambios de horarios, hay más actividad al aire libre y otros. Creemos importante destacar que muchas personas disfrutan de la primavera: indican que se encuentran con mejor humor, ven que pueden realizar más actividades, se notan con más interés por estar con otras personas y por salir a la calle. Otras personas nos indican que no notan cambios importantes. Y en algunos casos se pueden presentar alteraciones psicológicas de diferente intensidad, alteraciones que están relacionadas con algunos de los factores que hemos comentado más arriba, y otros como las alergias.

Al hablar de los cambios que nos puede traer la primavera, vamos a centrarnos principalmente en nuestro estado de ánimo y nuestro grado de ansiedad. Vamos a considerar distintos niveles en la intensidad de las reacciones que se dan con el cambio estacional: reacciones más leves de corta duración, y alteraciones en patologías más graves previas.

Reacciones leves

En un principio nos gustaría hablar de las reacciones leves. Entre ellas destacaríamos la astenia primaveral: con frecuencia nos encontramos personas que nos cuentan que con la llegada de la primavera, presentan durante unos días síntomas psíquicos y físicos, tales como somnolencia, cansancio, el ánimo un poco más bajo, irritabilidad, dificultad para dormir, cierta apatía, falta de concentración, la tensión arterial baja o algo de debilidad. En la mayoría de los casos, y cuando no forman parte de otro cuadro, se trata de síntomas leves y transitorios y no de una enfermedad, síntomas que están relacionados con que nuestro organismo no termina de adaptarse de forma adecuada a los cambios de la nueva estación, y que se pasan conforme el organismo se va acomodando a los cambios estacionales.

Estos síntomas de astenia suelen llamar más la atención en primavera que cuando se presentan en otoño, además de porque se den con más frecuencia, porque las personas refieren notar un contraste entre cómo se encuentran ellas y cómo ven de animadas a otras personas de su entorno.

La astenia, al igual que otras reacciones más leves de ansiedad y depresión, se pueden dar con más facilidad en algunas personas ya que tienen una predisposición para ello. Esta predisposición puede ser biológica, en forma de una mayor reactividad o sensibilidad de nuestro reloj corporal – mayores cambios en nuestro organismo ante las nuevas estaciones, y psicológica: las personas pueden tener situaciones de estrés: problemas familiares, de pareja, de estudios, problemas emocionales previos, hábitos no saludables de sueño o alimentación, dificultades a la hora de hacer frente a las dificultades y las emociones no agradables (tristeza). En este sentido, en algunos casos la astenia puede ser la respuesta del organismo a un sobreesfuerzo.

Algunas pautas que nos podrían ser de ayuda para la astenia u otra sintomatología leve, como cuando las personas refieren sentirse más nostálgicas en primavera, podrían ser: primero entender que se trata de un cuadro leve y pasajero, y no de una patología grave y duradera. A partir de ahí, podemos emplear estrategias como incrementar las actividades agradables que hacemos (ej: música, leer, cine, amigos…), dormir un tiempo suficiente, hacer ejercicio físico moderado y de forma regular, una alimentación adecuada, búsqueda de estimulación (salir a recibir la luz de sol y el contacto con otras personas…). Además, conviene intentar resolver los otros problemas que se pudieran estar presentando (estrés laboral…), y que mencionábamos más arriba.

Preocupación por la imagen

Otra patología leve que nos podemos encontrar en esta época del año es una preocupación elevada por nuestra imagen corporal. Con la llegada de la primavera, las personas tienden a quitarse los abrigos y por lo tanto, a exponer más su cuerpo. Además, hay mucha información en los medios de comunicación sobre la supuesta importancia al estar delgado. Estos factores pueden favorecer una preocupación excesiva, más si la persona presenta una patología previa en este área. Como pautas generales podríamos decir que cuando estas preocupaciones son leves (no parte de un cuadro más grave) conviene verlas desde una cierta distancia y con menor implicación en ellas, y entender que podemos estar viéndonos con una imagen corporal un poco distorsionada hacia (generalmente) una mayor gordura, y con pensamientos muy críticos hacia nosotros.

Por otro lado, hay personas con patología previa, cuyos síntomas pueden empeorar con la llegada de la primavera: se trata de personas por ejemplo con trastornos de ansiedad, de depresión que pueden ser más frágiles a los cambios de estación. En este sentido, podemos entender el caso de personas con una depresión previa, que pueden notar un contraste entre su situación de ánimo bajo y el observar en los demás un aumento de vitalidad, lo que puede llevarles a sentir un mayor malestar. También hay cuadros más graves, como en el caso de algunas personas con psicosis, en las que se da una activación de sus síntomas en la época de la salida del invierno. O personas por ejemplo con un trastorno bipolar que pueden presentar síntomas maníacos con la llegada de la primavera.

Como conclusiones podemos decir, que ante las reacciones más leves que hemos comentado, conviene por un lado hacer una labor de prevención, llevando un estilo de vida más sano, e intentando hacer frente a las dificultades que se nos puedan plantear, y además cuidarnos cuando se den los síntomas, mediante actividades que vayan dirigidas a cuidar nuestro cuerpo y mejorar nuestro estado de ánimo y nivel de ansiedad. En casos más graves conviene consultar con un profesional.