Los peligros del sol en verano


Dra. Susana Clemos Matamoros F.E.A. Medicina Interna. Hospital Reina Sofia. Tudela

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Para muchos lucir una piel dorada los hace sentir más atractivos, otros gustan de disfrutar sin límites de los días de sol, sin embargo, lograr un bronceado supone exponer la piel a otros efectos negativos: de manera inmediata pueden producirse quemaduras, alteraciones del sistema inmunitario e insolaciones. Más tardíamente por exposición prolongada, se producen los errores genéticos, las cataratas en los ojos, y el envejecimiento prematuro de la piel.

Las medidas de fotoprotección parecen ser la única solución a nuestro alcance. Si se desea adquirir un color bronceado con toda garantía y disfrutar del sol saludablemente debe conocerse la sensibilidad de la piel del individuo en particular para ser conscientes de la cantidad de exposición al sol que puede tolerar y luego no perder de vista las siguientes recomendaciones:
1.Lo primero es no exponerse al sol directamente, en torno al mediodía astronómico entre las 11 de la mañana y las 4 de la tarde, ni aún con un protector solar aplicado. Esta norma es de riguroso respeto para las personas con pieles sensibles y las que presentan enfermedades que se agravan con el sol.
Conviene mantenerse al abrigo del astro sol, en espacios interiores o a la sombra. No sirve caminar o estar dentro del agua, ni sentarse bajo una sombrilla, ya que la arena refleja de forma abundante los rayos solares, que de modo indirecto nos alcanzan.
Tampoco exponerse al sol a estas horas aún en días nublados pues, aunque el cielo esté cubierto, el 70-80% de los rayos ultra violeta (UV) siguen llegando a la piel.
2.El resto de las horas del día antes de las once de la mañana y después de las cuatro de la tarde, son las mejores para tomar el sol pero con ciertas precauciones.
Las primeras exposiciones al sol deben ser progresivas sin pasar de media hora y preferentemente en movimiento.
Conviene extremar el cuidado de las zonas más sensibles del cuerpo como la cara, los labios, los senos, las orejas y el dorso de los pies.
3.No se debe permanecer tumbado inmóvil durante más de un cuarto de hora seguido; ni dormir, bajo el sol. Conviene estar en movimiento realizando otras actividades, beber pequeñas cuantidades de agua, y aplicarse agua sobre el cuerpo o bañarse para refrescar la piel.
4.Si la exposición es inevitable en las horas impropias, con más razón hay que protegerse, lo mismo te encuentres de acampada o caminata, que en la playa o las piscinas, y mucho más en las montañas, con el uso de protectores solares y una vestimenta adecuada.

Fotoprotectores que absorben o reflejan

Los fotoprotectores son sustancias químicas que protegen de las radiaciones ya sea porque absorben o porque reflejan los rayos del sol. En el primer caso se aplican media hora antes de la exposición para dar tiempo a ser absorbidos mientras que los segundos pueden aplicarse en el momento y siempre dejan una capa visible en la piel.
Los filtros solares protegen sólo si se aplican correctamente. No son para exponerse indiscriminadamente al sol, transcurrido el tiempo previsto según su factor de protección, cesa su efecto protector. Por tal razón no deben usarse para aumentar el tiempo de exposición solar. Se aplican sobre la piel limpia y seca, sin haber usado previamente perfume o cosmético, cubriéndola lo más posible.
En caso de que conozcamos el factor de protección solar de estos filtros de rayos este nos indicará el tiempo que la piel puede estar expuesta sin que aparezca enrojecimiento o se produzca una quemadura. Así por ejemplo, un producto solar que ofrezca un factor de protección 15, significa que la piel puede estar expuesta a los rayos ultra violeta tipo B (UVB) 15 veces más tiempo que la misma piel sin protección. Para una persona que su piel se quema a los 10 minutos, cuando se aplica un fotoprotector 15, el tiempo que tarda en quemarse se trasforma en 150 minutos.
La mayoría de las sustancias protectoras tienen una vida corta, por lo que en general, deben aplicarse al menos cada 3 horas si la exposición continúa, y más frecuentemente si se presenta sudoración importante, si se realiza ejercicios o después de repetidas inmersiones en el agua. Pero tampoco hay que sobreestimar su papel si no están acompañados del resto de las medidas de fotoprotección.
La vestimenta es muy importante para protegerse del sol: las radiaciones ultravioletas se combaten con prendas de vestir y accesorios de forma mucho más eficaz que con los filtros solares.

Protegerse del sol

Se recomienda usar sombrilla, gorra o sombrero de ala amplia para proteger la cabeza y la cara. Un sombrero para ser un buen protector debe tener un ala de al menos nueve centímetros.
Las prendas más adecuadas son las de algodón, oscuras, poco porosas y secas pues las ropas mojadas suelen adherirse a la piel y con ello se elimina la capa de aire entre ambas, por lo que la capacidad para filtrar la radiación del sol disminuye o se pierde. Se han de proteger los ojos con gafas de sol que absorban la radiación ultravioleta lo que suele identificarse por las siglas UV en el borde del cristal.
Después de tomar el sol, la piel está deteriorada por el aire, la sequedad, el cloro o la sal, por ello conviene tomar una ducha con agua sin usar mucho jabón o perfumes y luego aplicar una sustancia hidratante (preferiblemente natural) que la nutra, la refresque y la hidrate.
Para compensar la pérdida de agua a través del sudor por la exposición solar, es conveniente beber abundante cantidad de líquidos.
Para prevenir el fotoenvejecimiento de la piel: utilizar los filtros solares adecuados y las sustancias hidratantes necesarias para reponer el agua perdida y contrarrestar el efecto nocivo de los radicales libres. En este sentido han comenzado a usarse sustancias antiradicales a modo de “filtros biológicos”.
Para prevenir el envejecimiento cutáneo es recomendable además consumir una cantidad adecuada de frutas frescas, verduras y cereales con alto nivel de fibra y antioxidantes como el betacaroteno.

Falsos mitos respecto a la exposición solar

Y para terminar, no puedo resistirme a enumerar los falsos Mitos existentes en relación a la exposición solar:
• “El sol no es más peligroso ahora que en tiempos de nuestros abuelos”. Falso: la capa de ozono estratosférico está disminuyendo como consecuencia de ciertas actividades humanas y, por tanto, está aumentando la cantidad de radiación UV que llega a la superficie terrestre.
• “El sol en invierno y primavera no es peligroso”. Falso: hay que tomar precauciones en todas las estaciones del año, porque la cantidad de radiación UV recibida depende también de otros factores, como la latitud, la altitud, la reflexión desde el suelo (o el agua, o la nieve), etc.
• “Nunca te quemarás en un día cubierto”. Falso: aunque las nubes atenúan la radiación UV, no la bloquean por completo, y la radiación difusa es suficientemente intensa como para quemarte, a no ser que las nubes estén muy bajas o sean muy gruesas.
• “Nunca te quemarás mientras estás en el agua”. Falso: el agua atenúa la radiación UV, pero te puedes quemar incluso dentro de ella.
• “El bronceado te protege completamente de las quemaduras por el sol”. Falso: el bronceado es una reacción de la piel a la exposición a la radiación UV, y sólo protege parcialmente.