Razones para no automedicarse y por qué no tomar antibióticos si el médico no lo ordena


Beatriz Bonaga Serrano, María Ángeles Allende Bandrés y Tránsito Salvador Gómez. Facultativo Especialista de Área de Farmacia Hospitalaria. Servicio de Farmacia. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa

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El medicamento es un bien, que utilizado adecuadamente, contribuye de forma decisiva a la mejora de la esperanza de vida e incremento de la calidad de vida.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como Uso Racional de los Medicamentos “cuando los pacientes reciben la medicación adecuada a sus necesidades clínicas, en las dosis correspondientes a sus requisitos individuales, durante un período de tiempo adecuado y al menor coste posible para ellos y para la comunidad” (OMS, 1985).

Automedicación, ¿qué podemos hacer los profesionales sanitarios?

La tendencia del ser humano al autocuidado, es decir, al propio tratamiento de signos y síntomas de la enfermedad que se padecen, ha existido siempre.

Por el término automedicación, entendemos, la adquisición de fármacos sin receta médica, provenientes del entorno cercano, bien por la recuperación de medicamentos utilizados en otras ocasiones, o por la prolongación, interrupción o modificación de las dosis indicadas en un tratamiento ya prescrito. Mediante pacientes adecuadamente informados conseguiremos disminuir tanto la presencia de automedicación como el incumplimiento terapéutico. En este sentido los profesionales sanitarios tenemos un papel fundamental, ya que, en muchas ocasiones ante un diagnóstico reciente o una situación de angustia, los pacientes tienden a buscar información en la red. En esta situación de “infoxicación” debemos guiarlos en la búsqueda de información útil y fiable en la red, capaces de discernir información de calidad de toda la que existe en Internet.

La aplicación de la tríada “información – consejo terapéutico – educación” favorece un uso correcto de los medicamentos. Información sobre la gravedad, duración y posibles complicaciones de la enfermedad y la identificación de signos de alarma. El consejo terapéutico sobre el fármaco prescrito en cuanto a su utilidad, dosis y frecuencias de administración idóneas o sus posibles efectos adversos y la duración del tratamiento. Y por último la educación al paciente de qué hacer si hay o no mejoría o si se produce un agravamiento de la enfermedad.
Tal y como señala la Estrategia para el abordaje de la Cronicidad en el Sistema Nacional de Salud (SNS) elaborada por el Ministerio de Sanidad en 2012 (http://www.msssi.gob.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/ESTRATEGIA_ABORDAJE_CRONICIDAD.pdf), es necesario promover la información y participación tanto de los pacientes como de los cuidadores con el fin de prevenir posibles efectos adversos relacionados con la medicación. El término autocuidado hace referencia a la práctica de actividades que los individuos inician y realizan para el mantenimiento de su propia vida, salud y bienestar. En este sentido, es fundamental que tanto pacientes como cuidadores cuenten con la información adecuada y suficiente que les permita tener una actitud activa y de compromiso con su autocuidado, haciéndoles partícipes en la toma de decisiones sobre su salud. Los profesionales sanitarios tenemos un papel fundamental para guiar a nuestros pacientes en la búsqueda de información científica de calidad y basada en la evidencia científica evitando así un posible autodiagnóstico que derive en automedicación por parte del paciente.

Revisa el botiquín doméstico. Punto SIGRE

Uno de los principales factores que influye en la automedicación es la creencia de que medicamentos que hemos tomado en otras ocasiones pueden aliviarnos en caso de presentar misma patología o similar. Por ello, es importante revisar periódicamente el botiquín doméstico para no acumular medicamentos.

El Símbolo SIGRE incluido en el envases del medicamento permite a los ciudadanos identificar el lugar idóneo para desprenderse de los envases y restos de medicamentos que se generan en los hogares: el Punto SIGRE de la farmacia.

¿Qué llevar al Punto SIGRE?

• Todos los restos de medicamentos caducados o no utilizados y sus envases.
• Medicamentos que no sean necesarios.
• Los envases que han estado en contacto con el medicamento (frascos, blíster, tubos, aerosoles, ampollas, etc.) aunque estén vacíos.
• Las cajas de cartón y envases de medicamentos de todo tipo, tengan aún restos del medicamento o estén vacíos.

Automedicación y antibióticos

Al igual que ocurre con cualquier medicamento, los antibióticos requieren ser utilizados adecuadamente, en las circunstancias y con las condiciones requeridas para cada paciente, con el fin de obtener el máximo nivel de eficacia con el menor riesgo.

Según datos obtenidos por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, 2 de cada 3 españoles piensan que los antibióticos son activos frente a la gripe y el 8% de la población los consume sin prescripción médica. Situación que nos coloca como el 5º país de la Unión Europea con mayor consumo de tales fármacos.

Tanto en el ámbito internacional como nacional se reconoce la importancia de promover medidas para preservar la eficacia de los antibióticos, frente al desarrollo constante de las resistencias bacterianas. Cada 18 de Noviembre se celebra el “Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos”. España es uno de los 12 países europeos que cuenta con un plan nacional para reducir el riesgo de resistencia a los antibióticos. En España, en el año 2014 el pleno del Consejo Interterritorial del SNS y el pleno de la Conferencia Sectorial del Ministerio de Agricultura, aprobaron el Plan Nacional de Resistencia a Antibióticos, con el objetivo de reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencias a los antibióticos.

Los medicamentos no son inocuos y como tal, llevan asociados una serie de efectos adversos que no debemos pasar por alto. Por ello, la automedicación no debe constituir una práctica habitual, es recomendable que los pacientes consulten a los profesionales sanitarios antes de tomar cualquier medicamento. En el caso de los antibióticos, este aspecto toma un matiz importante por la creciente y preocupante aparición de resistencias. Las bacterias resistentes a los antibióticos suponen una amenaza y un problema de salud pública porque pueden provocar infecciones difíciles de tratar. Por ello, debemos tomar conciencia de ello y actuar en consecuencia, protegiendo los antibióticos y reservándolos únicamente para cuando estos sean necesarios. En la siguiente Tabla se mencionan algunas recomendaciones para favorecer un uso adecuado de estos fármacos.

Recomendaciones para un uso racional de antibióticos.001