Ya me han operado… ¿Y ahora dónde me dirijo?


Marta Aguado Sevilla. MIR Anestesiología y Reanimación. Ruben Goñi Robledo. FEA Traumatología y Ortopedia. Complejo Hospitalario Navarra

Print Friendly, PDF & Email
Una vez finalizada la intervención quirúrgica los pacientes se dirigen a una sala de recuperación conocida como URPA (Unidad de Reanimación Postanestésica).

La fase postoperatoria inmediata es la especialmente crítica para el paciente porque los mecanismos corporales de regulación y compensación producidos por la agresión quirúrgica y efectos tardíos de la anestesia, todavía no se han recuperado por completo. Por tanto, esta fase requiere un control cuidadoso y completo de las funciones vitales para evitar complicaciones y un tratamiento precoz de las mismas.
Esta sala debe cumplir con los fundamentos de la medicina moderna de cuidados intensivos y medios para el control y tratamiento.

¿Cómo se organiza?

Esta sala es el nexo entre el sector quirúrgico y las otras estaciones de atención al enfermo. Allí es donde decidimos si el paciente pasará a planta, a una unidad de cuidados intensivos o si puede regresar a su domicilio. Esto se rige independientemente del tipo y de la duración de la anestesia.
La URPA debe estar situada cerca del bloque quirúrgico, o mejor aún, integrada dentro del mismo. De esta manera, queda garantizado el contacto permanente entre el equipo quirúrgico y de anestesia y aseguramos en el caso de surgir complicaciones, el retorno inmediato del paciente al quirófano.
El jefe médico de la sala de recuperación es por lo general un anestesista. Para asegurar el cuidado de los pacientes recién operados, además del equipamiento, una dotación suficiente de personal experimentado. Actualmente la relación establecida es la siguiente personal/paciente de 1:2 o 1:3. La cantidad de camas de la sala de recuperación varía según la disciplina médica y oscila entre 1.5-36 camas por cada mesa de operaciones.

¿Cuáles son sus funciones?

Allí se encuentran el anestesista y el personal del servicio para prestar cuidados al paciente desde su recepción hasta su regreso según sus posibilidades. La trasferencia del paciente debería realizarse con la siguiente información: edad y nombre del paciente, operación y anestesia que recibió, complicaciones intraoperatorias, parámetros vitales actuales, pérdida y restitución de líquidos y sangre, cantidad y tipo de catéteres, drenajes y sondas; enfermedades previas o concomitantes, riesgos particulares, prescripciones para la analgesia, prescripciones especiales (p.ej. exámenes complementarios, fármacos…)
La posición del paciente también es un factor importante a tener en cuenta, además de lo que exija la operación efectuada, la respiración y circulación, normalmente se recomienda el paciente con la cabeza levemente elevada, esta postura sirve también para reducir el dolor.
Después de una anestesia general es imprescindible el aporte de oxígeno, pues siempre debemos considerar la opción de que exista algún trastorno pasajero del intercambio gaseoso. En el caso de que los pacientes no puedan ser extubados de inmediato después de la cirugía deben recibir ventilación mecánica en la sala de recuperación.
En todos los casos deben ser vigiladas convenientemente las funciones vitales, aunque se trate de intervenciones quirúrgicas menores y periféricas, la terapia por infusión debe continuar, por lo que debemos tener en cuenta el cálculo de líquidos y electrolitos a infundir en ese postoperatorio. Para este cálculo, también debemos tener en cuenta el balance de pérdidas que se acontecen por drenajes, catéteres vesicales y sonda gástrica.
Los fármacos, los administramos básicamente por vía intravenosa. También a causa del enfriamiento intraoperatorio es necesario disponer de un calentador para el paciente, sobre todo en operaciones de larga duración.